domingo, 6 de enero de 2008

El gusto: receta macabra


LENGUA DE FUMADOR


Siempre tuvo cierta debilidad por esos hombres distantes y exquisitos que habitan las calles con sombra de rotamundos incansables.

Mochila en mano, sucia,

perros, flautas y ciertas habilidades.

Malabares coordinados por los aires

ropas rotas

ojos ebrios

¿crític@s o ratas de ciudad?

  • unas monedillas, guapa!

    y la pobre Clara

    saca unos pocos euros para regalar

    ojos que en segundos

    se clavan

    cuerpos que hierven

    embrujados

    se pierden

    nadan en té verde y

    gotas de limón estrujado

    salpicando en la cara

    -¿buen gusto?

    -No! Amarga!

    Pobre Clara

    un rostro sucio pero de piel suave la atrajo al callejón de su alma

    a la calle sin salida

    a la negrura de sus pies

    y así...

    se pasó a otro “modus vivendi”

    miró el mundo desde abajo

    abrazada

    tirada

    enamorada y perdida por unas rastas empapadas en agua salada

    me contaba el sabor de sus frases empanadas

    de sus manos rebozadas

    de sus orejas enlatadas

    me contaba el sabor de su sexo edulcorado

    de su ombligo de ensaimada

    me contaba el edor de sus cuerpos después de una semana

    de sus perros de la guarda

    la levedad de una relación que la arrastraba

    buenos días con resaca

    labios de vino tinto barato de supermercado

    comidas podridas

    me contaba el sabor de su boca alquitranada

    de su lengua

    marihuana

    colocón

    cada vez que lo besaba.

    En esa selva se perdió Clara

    contenta pero callada.

    Y hace poco en un sueño la soñé

    era ella

    su cuerpo horizontal, su piel, su cara...

    sumergida en la boca de su rasta

    encendidos los cabellos

      que ni mis ni sus lágrimas no apagaban

    calada tras calada

    mi Clara

    mi pobre Clara

    consumida

    fumada.

    Que noche más amarga!

    Sudada en humo negro me levanté aún de madrugada

    tos preocupada

    mi cuerpo ardía de calor

    me horrorizaba el edor

    no sabía ni donde estaba

    y

    tranquila pero cansada

    como un porrito entre sábanas blancas enrroscada

    a mi lado Clara dormitaba

    a mi lado me abrazaba

    seguro que ella también soñaba.

    Mercè Aranda

    29 Març 2006

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